Les Almées, de Paul Buchard. Museo de Orsay. París.
Se trata de un cuadro de temática orientalizante que hace referencia a la figura de la "almée" (del árabe عالِم alim, hombre o mujer sabia). Se denominaba así a las bailarinas y cantantes egipcias del período musulmán de mucha importancia en los harenes que servían tanto para entretener a las señoras que allí vivían como para enseñarlas baile y canto. Sólo podían verlas la cara otras mujeres del harén y el señor de la casa y los invitados las oían desde una pieza contigua, algo que, sin embargo, no se refleja en el cuadro.
El orientalismo es una tendencia que tiene mucho éxito durante el siglo XIX:
Se pueden encontrar representaciones de «moros» y «turcos» en el arte medieval, renacentista y barroco. Pero no fue hasta el siglo XIX cuando el orientalismo en las artes se convirtió en un tema establecido. En estas obras el mito del oriente exótico, decadente y corrupto está más plenamente articulado. Pintores como Eugène Delacroix, Jean-Léon Gérôme y Alexander Roubtzoff se recrearon en representaciones de todo tipo de escenas ambientadas en escenarios de los países árabes del norte de África y Oriente Medio. Tanto en los paisajes como en los interiores se acentuaban los aspectos exóticos y sensuales de contrastes entre el celaje y la luz deslumbrante del desierto y los tenebrosos interiores, los fanásticos colores de los ropajes y las carnaciones seductoras -en todos los tonos, del negro al blanco nacarado, pasando por el moreno-; especialmente en las escenas de los baños y los harenes, que permitían la representación voluptuosa de desnudos o semivestidos de las odaliscas en posturas de incitante laxitud. Cuando Jean Auguste Dominique Ingres, director de la francesa Académie de peinture pintó una visión muy colorista de un baño turco, hizo que este oriente erotizado se hiciera públicamente aceptable por su generalización difusa de las formas femeninas, que podrían haber sido todas ellas el mismo modelo. La sensualidad se veía aceptable en el exótico oriente. Este estilo tuvo su momento álgido en las Exposiciones universales de París de 1855 y 1867.
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