Declarada Bien de Interés Cultural en 1931 y monumento Patrimonio de la Humanidad en 2009, la Torre de Hércules es el faro romano más antiguo del mundo y el único que continúa en funcionamiento. Está situada en la costa norte de la península coruñesa, en un cerro de unos 50 metros de altitud. Tiene una altura total de 57 metros, (de los que 34 corresponden a la construcción romana y 21 a la restauración del siglo XVIII).
Construída con toda probabilidad en la segunda mitad del siglo I, por un arquitecto de Coimbra de nombre Gaio Sevio Lupo, su luz ha sido desde siempre un punto de referencia para los navegantes. El revestimiento exterior actual es del siglo XVIII, obra de Eustaquio Giannini.
La visión actual del exterior de la Torre no permite ver ningún resto romano, ya que estos se hallan en su interior.
Los muros romanos de la antigua Torre forman una planta cuadrada con una cruz inscrita en su interior, que articula cuatro cámaras abovedadas que inicialmente se comunicaban dos a dos. En altura, el núcleo de la Torre se divide en tres pisos. El último y más alto estaba coronado con una cúpula donde se encendía el fuego. La comunicación entre los pisos era exterior, posiblemente a través de una rampa o escalera que ascendía rodeando el cuerpo de la Torre. La creencia popular asegura que por esta rampa podían subir carros que transportaban el combustible para el faro.
Lo que contemplamos en la actualidad corresponde a la restauración llevada a cabo por Eustaquio Giannini en el siglo XVIII, presentando un marcado estilo Neoclásico. Giannini reviste la antigua Torre con un “forro” hecho en sillares de granito, lo que le proporciona mayor volumen. Redistribuye las ventanas y puertas, y construye una escalera interior de piedra. Finalmente desmontó la cúpula y en su lugar elevó un edifcio de cuerpo octogonal en el que alojó el faro.
Una banda diagonal recorre actualmente la Torre de Hércules en recuerdo de la primitiva rampa.
En la actualidad el acceso a la Torre permite apreciar las últimas excavaciones llevadas a cabo. Desde su base y tras subir sus 234 escalones, se llega al mirador desde donde se contempla una espectacular vista de La Coruña. A lo lejos las rías de Sada y Betanzos, Ares y Ferrol y hacia el oeste, las islas Sisargas frente a Malpica.
La foto que corona el post fue realizada en un día nublado del septiembre pasado.
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